El camino
El consenso de gran parte de las élites políticas que se identifican con la oposición, es decir, el rechazo a Maduro y sus partidarios, es un camino absurdo e ineficaz.
Proponen un camino rigurosamente democrático, cuando reina en el país una hegemonía despótica que desprecia la democracia, excepto cuando sirve de disfraz nacional e internacional.
Proponen una vía constitucional, lo cual es bueno, salvo que se limitan a su dimensión electoral, eludiendo las vías amplias que la Constitución, formalmente vigente, no solo consagra sino que exige para restituir los derechos democráticos de los venezolanos.
Plantean la necesidad absoluta de una salida electoral, mientras todos saben, incluidos ellos, que bajo la bota de la hegemonía es imposible tener elecciones justas y libres. Y que estos son parte del mencionado disfraz.
Aquellos de nosotros que señalamos lo anterior somos tachados de extremistas, por decir lo menos. Es igualmente absurdo que los defensores de una democracia efectiva sean extremistas.
El respeto al comportamiento de las hegemonías despóticas y depredadoras, siempre que tengan cierto espacio de acción, además de algunas ventajas, en determinados sectores, no puede ser una forma de superarlo.
¿Cuál es el camino ideal? No lo sabemos, pero sí sabemos que el oficial de gran parte de las élites políticas que se identifique con la oposición sólo obtendrá la continuación de la hegemonía. El camino es otro.