la justicia se burló
Con la designación, el martes 26 de abril, de 20 magistrados de la Corte Suprema de Justicia, finaliza el proceso de “reforma de la justicia”, anunciado en televisión nacional el lunes 21 de junio de 2021 por Nicolás Maduro. Para cumplir con esta misión, Maduro encomendó a su esposa, Diosdado Cabello y a la señora Lourdes Suárez Anderson.
Una vez designado, Cabello dijo: “Asumimos esta responsabilidad como una necesaria reorganización del poder judicial. Ha mejorado considerablemente, pero no lo que se necesita. Ese era el verdadero objetivo de la comisión: «sacudir la magistratura», es decir la Corte Suprema de Justicia.
La cúpula roja se mostró muy incómoda con los magistrados del máximo tribunal de la República. Varios de ellos ya no estaban tan sujetos a sus órdenes, por lo que fue necesario prescindir de sus servicios. El proceso, sin embargo, tardó diez meses en completarse. Los resultados son devastadores para el país y frustrantes para sus promotores.
Devastador para la República ya que no hay un cambio sustancial en la nueva composición del tribunal. Su independencia no se ha visto afectada, ni su calidad científica y ética elevada.
Por el contrario, para garantizar un control más efectivo, se ha reducido el número de magistrados que la componen. En 2004 se reformó la ley para aumentar el número de sus miembros de 20 a 32. Este es el mecanismo que entonces impulsó Hugo Chávez para controlar las decisiones del máximo tribunal. Ahora la ley ha sido reformada nuevamente para solucionar el «relajamiento de la disciplina» y garantizar un control más efectivo.
Más allá de las motivaciones de Nicolás Maduro, al momento de la creación y convocatoria de la comisión, el proceso de selección y designación dejó en evidencia la agitación existente dentro de la camarilla gobernante, en torno al control del poder judicial.
Pedro Carreño fue el encargado de informar al país sobre la “corrupción de la justicia”. Literalmente expresó: “La corrupción que ahí abunda, todo lo que pasa dentro del Poder Judicial. Dios mío, ¿no van a hacer una corrección? Ni el magistrado ni el presidente. Fue una hazaña pura. El hundimiento del Titanic y la orquesta tocando”.
Pedro Carreño reconoce que el TSJ es un «desastre» y que hay corrupción en el organismo
La corrupción que carcome por completo a la justicia no se resolverá con esta nueva formación del TSJ. La frustración del país es tan dramática que nadie puede hablar de cambio. Estamos ante ciertas designaciones gatopardianas, es decir, cambios para que nada cambie. La justicia ha sido burlada.
Designaciones, además, hechas en flagrante violación de la letra del artículo 264 de la Constitución que prohíbe la reelección de los magistrados. El texto de la citada norma es muy categórico, ver:
“Artículo 264. Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia serán elegidos por un solo período de doce años. La ley determina el procedimiento de elección. En todos los casos, los candidatos pueden postularse a la Comisión de Nombramientos Judiciales, por iniciativa propia oa través de organismos vinculados a la actividad jurídica. El Comité, después de haber escuchado la opinión de la comunidad, hará una preselección para su presentación al Poder Ciudadano, el cual hará una segunda preselección que será presentada a la Asamblea Nacional, la cual hará la selección final.
“Los ciudadanos podrán ejercitar objeciones fundadas a cualquiera de los postulados ante la Comisión de Designaciones Judiciales o ante la Asamblea Nacional.
Aunque la regla anterior es sumamente clara, la cúpula roja ordenó a sus diputados en la Asamblea Oficial que designaran a varios magistrados que ya habían cumplido este “mandato único” de doce años. Por supuesto, los llamados diputados de la oposición no recordaron esta regla y sumaron sus votos a tan aberrante decisión.
La frustración de la cúpula roja se tradujo en que no pudo excluir a varios magistrados. El tiempo revelará las causas. Pero resulta sospechoso que tras las declaraciones de Pedro Carreño, el presidente de la corte, Maikel Moreno, y varios de sus allegados fueran reelegidos. De modo que todo el discurso de Maduro del 21 de junio (2021), anunciando la modificación de la justicia, terminó en una pugna entre los factores de la camarilla roja, y nada en la obtención de una Corte Suprema de justicia verdaderamente independiente, equilibrada, sabia y confiable.
Todo era una nueva farsa. Un nuevo señuelo. No habrá cambios en cuanto a la restauración del estado de derecho, el respeto a los derechos humanos o la impotencia de los jueces. La justicia seguirá siendo una dependencia subordinada y obedecerá a los dictados de la camarilla gobernante.
Venezuela necesita un sistema judicial independiente de otros poderes, designado de acuerdo con la norma constitucional, integrado por magistrados honorables y sabios. Para lograrlo, es fundamental un cambio en Miraflores. Alcanzarla es una tarea pendiente en la que debemos poner nuestra mejor disposición y voluntad.