Por qué algunos pacientes de covid-19 tienen secuelas y otros no

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Foto: Peter PARCS/AFP

Desde el comienzo de la pandemia, la incertidumbre sobre un posible contagio y el desarrollo de síntomas ha ahogado a la sociedad. No sabíamos nada sobre la enfermedad causada por el SARS-CoV-2 y observamos que cada persona se veía afectada de manera diferente. Ante tal escenario, siempre surgía la misma pregunta: ¿por qué?

Las variaciones individuales de virulencia dependen tanto de la infectividad del virus, que puede variar de una cepa a otra, como de la respuesta inmunitaria de cada sujeto.

En este artículo nos centraremos en este segundo aspecto, ya que es el principal responsable de que el suero de cada paciente muestre una serie de biomarcadores que pueden ser útiles para predecir la gravedad de la enfermedad.

La misma enfermedad contra diferentes tipos de sistema inmunitario

Los coronavirus están ampliamente distribuidos en humanos y animales. Se conocen seis especies: cuatro causan síntomas de resfriado y dos (SARS-CoV y MERS-CoV) pueden causar enfermedades respiratorias mortales. El SARS-CoV-2 comparte similitudes con el SARS-CoV que causó una epidemia mundial entre 2002 y 2003.

Ambos usan el mismo bloqueo de entrada celular: una proteína receptora de membrana de la célula huésped, la enzima ACE-2. Los virus abren esta cerradura usando sus proteínas de punta como llave.

En general, el covid-19 es una infección del tracto respiratorio inferior. Aunque algunos infectados no presentan síntomas o son muy leves, la mayoría de los pacientes presentan fiebre, tos seca, disnea e incluso estrés respiratorio agudo. El virus también puede causar daño multiorgánico, que se ha relacionado con los receptores ACE-2. Estos receptores se localizan tanto en células del tracto respiratorio como en células cardíacas, hepáticas, digestivas, nerviosas y vasculares.

Además, en los casos más graves se produce un estado inflamatorio acompañado de la formación de pequeños coágulos sanguíneos que pueden dejar importantes secuelas. Estas complicaciones tienen una base genética, por lo que los pacientes que portan ciertas variantes del gen del receptor ACE-2 y otros genes implicados en la interacción virus-huésped tienen más probabilidades de sufrir formas virulentas de la enfermedad.

Otros factores de riesgo son el envejecimiento y el padecimiento de otras enfermedades. Por ello, las personas mayores y las personas con patologías como diabetes, cáncer, obesidad, etc. generalmente tienen un peor pronóstico

De lo anterior podemos deducir que la enfermedad puede tomar diferentes presentaciones dependiendo del tipo de paciente, reforzando la idea de que “no hay enfermedades, solo enfermos”.

Signos que nos indican cómo evolucionará la enfermedad

La buena noticia es que, en algunas ocasiones, se podría predecir el curso de un determinado paciente de covid-19 a partir del patrón de ciertas proteínas en su suero. Estas proteínas pueden considerarse como biomarcadores de la enfermedad.

Además, independientemente de los factores de riesgo de cada paciente, las proteínas séricas podrían catalogar el estado y posible evolución de los pacientes a partir de una muestra de sangre. Por tanto, es crucial conocerlos, porque su detección también permitiría diseñar terapias más eficaces.

Comenzaremos con las citoquinas, un tipo de proteína que actúa como mediador en el proceso inflamatorio, que pueden amplificar o atenuar. Son sintetizados por células del sistema inmunitario en respuesta a una infección. Su función no es otra que la de regular la respuesta inmune, con el objetivo de controlar y eliminar la infección. Sin embargo, las citoquinas pueden volverse peligrosas y actuar fuera de control. Hablamos entonces de una «tormenta de citocinas» que agrava la enfermedad.

Las citoquinas también activan otro proceso importante: la coagulación de la sangre. Aunque su activación tiene como objetivo evitar la lesión vascular en el sitio de la infección, un balance inadecuado de citocinas puede conducir a un estado de hipercoagulación que puede conducir a la sepsis.

Por otra parte, el fibrinógeno y los dímeros D también podrían funcionar como biomarcadores que aparecen bajo el efecto de la coagulación. Se ha demostrado que ambos aumentan la concentración sérica cuando la infección es grave.

El fibrinógeno es una proteína soluble en el plasma sanguíneo, precursor de la fibrina. Es responsable de la formación de coágulos de sangre. En cuanto al dímero D, es uno de los compuestos proteicos producidos cuando un coágulo de sangre se disuelve en el cuerpo.

Además de estas proteínas, el proceso inmunitario también desencadena el aumento de otros mediadores inflamatorios como la proteína C reactiva y la ferritina, que se suman a la lista de posibles biomarcadores de la enfermedad.

La disminución de ciertas proteínas también es un signo

Pero no todas las proteínas que parecen desreguladas por covid-19 están elevadas. En algunos casos ocurre lo contrario, como ocurre con las proteínas APO-AI y APO-AII, ambas implicadas en la regulación del colesterol y los triglicéridos.

Otros como la albúmina, que juega un papel importante como antioxidante, antiinflamatorio y anticoagulante, también decaen en los pacientes más graves. Esto nos da una idea de su papel protector y del peligro de su descenso descontrolado.

En definitiva, conocer los patrones de determinados biomarcadores como los citados y otros que pueden aportar las técnicas proteómicas es una forma de prevenir las secuelas de la covid-19 persistente. Además, evita muertes de personas vulnerables que lamentablemente se siguen produciendo, a pesar de las campañas de vacunación que tan buenos resultados dan para la población en general.

Finalmente, el análisis de los patrones seguidos por estos biomarcadores en plataformas bioinformáticas (algunas muy accesibles) conducirá al conocimiento de los procesos biológicos más afectados. Esta información, debidamente analizada en potentes bases de datos farmacogenómicas, permite además la búsqueda de terapias adaptadas a cada paciente.

Este planteamiento es importante si se quiere apostar por una medicina personalizada y de calidad, objetivos imperdonables a los que debe aspirar cualquier sociedad avanzada.


Ailén Amancay Boll, autora de una tesis de maestría en la Universidad de Jaén, también colaboró ​​en la elaboración de este artículo en el que abordó un metaanálisis sobre los biomarcadores de covid-19 que se incluyen en este artículo.

La conversación


María Ángeles Peinado, profesora de biología celular, Universidad de Jaén y Manuel Miguel Ramos Álvarez, Jefe de Bioestadística del Departamento de Psicología, Universidad de Jaén

Este artículo apareció originalmente en The Conversation. Lea el original.

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