prefiero el trapecio
Bien. Hoy toca tirarse a un charco. No he saltado sin paracaídas en mucho tiempo, así que es hora de hacerlo de nuevo. No es que me importe como me llamen, hay días que me llaman a todos lados menos por teléfono, pero entiendo que en el campo de la multiculturalidad, el cosmopolitismo ideológico y el progresismo como mantra y doctrina, hay cosas que no se deben hacer , o no se puede decir.
A mí, que quieres que te diga, te lo pelo. Así, sin anestesia. Prefiero el trapecio, para verlos moverse. Nunca me ha preocupado demasiado lo que los demás piensen de mí. Es más, haciendo una comparación taurina, que también está mal vista, me gusta enseñar el capote ofendido, para que ataquen. Y no hay nada más fácil que sacar al trapo a una parte ofendida, créeme.
Vivimos en tiempos difíciles. Como dice el título de uno de los discos de Hombres G, «es todo muy extraño”. Tengo que recalcar, una vez más, que a mí, como individuo, me importa un carajo. Ya voy caminando por la calle como quien va al Zoológico, observando especies exóticas y divirtiéndome; El problema es que como padre, las cosas cambian. No es que no me guste el multiculturalismo y todas esas palabras modernas que se han inventado últimamente; lo que no me gusta es que quieren dar la impresión, principalmente a través de los medios y la educación, de que lo que es normal, al hablar Común con todas las consecuencias es que uno es homosexual, pansexual, no binario o como queramos llamarlo a favor del lenguaje inclusivo.
Mira, lo que cada uno hace en casa me parece bien, siempre y cuando no vulnere los derechos de los demás. Lo que no me parece normal es que a través de algo tan sagrado como la educación, más tratándose de la educación pública, queramos adoctrinar a los jóvenes. Peor aún cuando quieren adoctrinar a los niños, como lamentablemente ocurre en España.
Los ejemplos son muchos, pero si te interesa lo que imaginan tus hijos, en educación infantil, si son no binarios o pansexuales, puedes echar un vistazo a los instructivos talleres que el colectivo LGTB COGAM, por ejemplo, imparte en muchos centros educativos a nivel nacional, para niños en escuelas infantiles, primarias o secundarias. En este punto, quiero aclarar que cuando digo niños, me refiero a niños y niñas, pero el punto es que estoy pasando un lenguaje inclusivo a través del suplente.
Me gustaría que quedara claro que no estoy en contra de la homosexualidad. Yo, como Camilo José Cela, me limito a no tomarlo por el culo, pero sin embargo, estoy totalmente en contra de su exaltación, desde el punto de vista doctrinal, pedagógico y desde cualquier otro punto de vista que se te ocurra. . Parece increíble que en un país donde decir maricas ofende a los mocosos de operación triunfo, se permite la intromisión manifiestamente inconstitucional en la formación de los jóvenes. La estandarización está bien, pero no implica la promoción de estas tendencias.
Y es claro que por parte de los medios, sean públicos o privados, se promueve esa incomprendida inclusividad, dando lugar a una amalgama en la que los árboles no dejan ver el bosque.
Este lunes, por poner un ejemplo potente y evidente, arrancaba la décima edición de MasterChef España. Vaya por delante mi absoluto respeto por este espectáculo del que soy un ávido espectador. No me he perdido un solo número; por lo tanto, esto no debe entenderse como una crítica al programa, sino como una evidencia de en lo que se está convirtiendo nuestra sociedad.
No hace falta ser muy observador ni versado en las formas de vender entretenimiento televisivo para saber que, desde luego, lo que atrae este tipo de programas, contestados sí, pero cercanos a la realidad, es la diferencia y la diversidad. . Así que nada que decir del casting, muy acertado diría yo; pero, para empezar, conocimos a dos candidatos a la sucesión de Carlos Maldonado que, en vivo y en directo, es decir, nos explicaron que ambos eran homosexuales. Hasta ahora, bien; pero por casualidad, por casualidad, se habían conocido allí, siendo una expareja. También nos presentaron a sus socios actuales. Todo muy inclusivo.
Más tarde, conocimos a varios candidatos que tuvieron la oportunidad de contar sus experiencias pasadas muy aleatorias y desafortunadas; ya es un básico en estos castings, a perseguir con un hombre que ha superado la adicción a las drogas. Sin miedo a equivocarme, debo decir que en la edición anterior también hubo un competidor, Toni, que venía de este mundo. Nada que objetar. Nadie tiene derecho a intentar encauzar más su existencia, por ningún medio.
También pudimos encontrar la versión doble, por si no queríamos sopa, dos tazas, de la, digamos, simpática descarada, que en la versión anterior estaba representada por Ofelia. Y claro, el joven homosexual, parece “loco”, quien lamentablemente nos dejó en la primera transmisión.
Y finalmente, el adicto a la cirugía plástica y el ciudadano cubano.
Pues ya tenemos representación de todas las minorías progresistas, que batidas en el conveniente cóctel darán como resultado, una vez más, una edición para todo tipo de espectadores que nos mantendrá despiertos hasta las 02:00 horas del lunes.
Y debe ser así. es entretenimiento, y también con mayúsculas. Enhorabuena por el casting, una vez más.
Sin embargo, no confunda entretenimiento con educación. Jugamos con lo más sagrado. Solo tengo niños, pero no quiero que a mis sobrinas en la escuela les enseñen a pintar su toto oa usar un satisfactor. Creo que nuestra generación no necesitaba esa mierda para descubrir cuál es nuestra identidad sexual, sea la que sea. La educación, e insisto, más aún la educación pública, es conocimiento. Está, o debería estar, dedicada a formar personas, intelectual y éticamente hablando, que hagan de este mundo un lugar mejor.
Honestamente, no nos va bien de esa manera. Devolvamos a la educación su sagrada misión ya nuestros hijos la libertad de decidir que este adoctrinamiento les roba, sexual, intelectual e ideológicamente hablando.
Basta de demagogia, por favor. Gravedad. Responsabilidad. Ética.
@julioml1970