¿Qué pasó con los restos de Laika, la perra enviada a morir al espacio?

¿Qué pasó con los restos de Laika, la perra enviada a morir al espacio?
Laica
Laika dentro del Sputnik 2, el satélite que la llevaría al espacio. Foto: AFP

El primer ser vivo en llegar al espacio no fue un humano, sino una perra rusa llamada Laika. Sin embargo, su destino fue desafortunado e incluso provocó el pesar de varios científicos.

Actualmente, Laika tiene homenajes, estatuas y ha pasado a la historia como un sacrificio necesario para los avances que permitieron al hombre llegar a la Luna. Sin embargo, varios científicos que trabajaron en su proyecto dicen que lamentan lo sucedido.

Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS, ahora Rusia) chocaron ideológicamente. Ya sea para espiar o conquistar lugares fuera de la Tierra, ambos países tenían equipos de científicos y astrofísicos trabajando en cómo llevar a un hombre a la Luna.

1957 es el año en que la URSS decide mostrar sus avances y en octubre lanza el Sputnik 1, un satélite artificial al espacio. El dispositivo habría tenido sensores para medir la temperatura por dentro y por fuera y se envió como una forma de recopilar datos para futuros lanzamientos.

El Sputnik 1 fue un éxito para la URSS y una derrota para Estados Unidos. Por eso, Nikita Khrushchev, el líder de la URSS en ese momento, decidió que sus avances no se detendrían ahí: la próxima versión incluiría un ser vivo.

Laika, la perra del espacio

Con la orden de Khrushchev de enviar algo vivo al espacio, los científicos comenzaron a buscar perros callejeros donde pudieran experimentar condiciones que un humano podría experimentar en el espacio.

Según los registros de la época, buscaban perros callejeros porque necesitaban que fueran animales que pudieran soportar cambios bruscos de temperatura y el hambre en el espacio. Además, no era la primera vez que se utilizaban perros para este tipo de experimentos.

Fue así como Laika, Algina y Mushka, tres perros callejeros, llegaron a los estudios espaciales de la URSS para comenzar su entrenamiento.

Primero, fueron encerrados en un pequeño espacio para encajar en lo que se convertiría en el Sputnik 2, donde serían lanzados al espacio. Sin embargo, los perros no reaccionaron bien y comenzaron a presentar problemas de salud, aunque ninguno fue considerado muy grave.

Los animales también fueron colocados en centrífugas para simular cómo sería el lanzamiento del cohete, lo que provocó un aumento del ritmo cardíaco.

Los científicos incluso utilizaron máquinas que imitaban los sonidos que podían escuchar una vez que habían despegado, para que los perros se adaptaran a ellos, y comenzaron a alimentarlos con un alimento en gel que sería el que tendrían acceso al espacio.

A pesar de que los animales seguían mostrando signos de estrés que podían afectar gravemente a su salud y de que el Sputnik 2 aún no estaba cerca de completarse, Jruschov anunció que el 7 de noviembre, fiesta nacional, el satélite estaría en órbita.

el sacrificio de laika

El 3 de noviembre del mismo año, Laika, vestida con un uniforme espacial y con las orejas apuntando hacia el cielo, fue lanzada dentro del Sputnik 2 al espacio.

Durante mucho tiempo se creyó que el perro habría sido sacrificado antes de quedarse sin oxígeno varios días después de abandonar la Tierra, como informó la URSS en ese momento; sin embargo, la realidad de su muerte se reveló más tarde.

Según han confesado algunos científicos, mucho tiempo después de la muerte de Laika, la realidad es que la perra murió entre cinco y siete horas después de su lanzamiento debido a las altas temperaturas que se registraron en su cabina, además de que su cuerpo nunca fue totalmente adaptado a las condiciones que tenía en el Sputnik 2, lo que le generaba mucho estrés.

El científico Dimitr Malashenkov, quien formó parte del proyecto, comentó años después en un trabajo presentado en el Congreso Mundial del Espacio en Houston, EE. UU., que “era prácticamente imposible crear un control de temperatura confiable en tan poco tiempo”, refiriéndose a la construcción. del Sputnik 2.

Lo que significa, en parte, que cuando Laika despegó de la Tierra, varios científicos no estaban seguros de que regresaría.

De hecho, el medio Infobae a rapporté que l’une des personnes qui ont travaillé sur les expériences l’a emmenée jouer avec ses enfants quelques jours avant son voyage dans l’espace, car elle savait que l’animal avait quelques jours à vivre et ressentait de la compassion pour ella.

Oleg Galensko, quien también formó parte del equipo que la entrenó, habló sobre la culpa que sintió tras la muerte de Laika. Sus palabras fueron: “Cuanto más tiempo pasa, más me arrepiento de lo que pasó. No deberíamos haberlo hecho, ni siquiera aprendimos lo suficiente sobre esta misión para justificar la pérdida del animal».

Desafortunadamente, ni siquiera quedaron sus restos de Laika, ya que el Sputnik 2 se desintegró al entrar en contacto con la atmósfera de la Tierra después de dar vueltas alrededor de la Tierra durante 163 días.

Laika y sus homenajes

En ese momento, la muerte del perro fue criticada por algunas personas que no creían que fuera necesario sacrificar animales para estudiar las condiciones en el espacio.

Actualmente, muchos perros llevan su nombre, centros veterinarios, marcas de mascotas, canciones, poemas, etc. Asimismo, en el centro de Moscú hay una estatua de bronce que representa al perro sin raza, de orejas puntiagudas, hocico blanco y mirada amistosa que llegó antes que cualquier ser humano al espacio.

Algunos de los científicos que trabajaron en el proyecto que la envió al espacio la recuerdan como un animal tranquilo y noble que no se peleaba con otros perros.

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Hildelita Carrera Cedillo
Adela Montiel